En el mes de junio de 2014 visité por segunda vez a la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes (OSSLA) como director huésped. La primera ocasión había tenido lugar dos años antes, en 2012, a poco más de un década de su fundación. Hoy la agrupación ha cumplido veinte años. En el programa de 2014 fue estrenado en Sinaloa el espléndido “Concierto para Orquesta”, a cincuenta años de su creación, escrito por el compositor polaco Witold Lutoslawski (1913-1994). En esa ocasión, y ante la novedad, no se sabía con certeza qué esperar, y sin embargo el aforo resultó total, y la ovación fue inolvidable. Se superó exitosamente el reto que representaba una propuesta temeraria; dos estrenos más completaron el programa, el estreno mundial de una composición del joven sinaloense Víctor Taboada, y “Minder is meer”, en su versión orquestal, de mi autoría, obra que abrió el concierto.

El caso del concierto de Lutoslawski es especial. Se trata de una caleidoscópico enramado de texturas sonoras que al día de hoy resulta innovador. El mérito de programar esta obra implica un esfuerzo notable de diversos factores logísticos y de producción, además de los méritos artísticos requeridos de parte de todos los intérpretes. A ocho años de aquel estreno, y ahora como director titular de la orquesta, he querido volver a abordar el reto, en un contexto en el que el público que asiste al Teatro Pablo de Villavicencio de Culiacán es cada vez más curioso y exigente, y se conforma en gran parte de jóvenes que buscan ávidamente el descubrimiento estético, en este caso —y me atrevo a comentarlo—, de la mano de una de las orquestas más solventes de Latinoamérica. Por ello, anoche interpretamos por segunda ocasión el “Concierto para Orquesta”, al clausurar la primera temporada de conciertos 2022 de la OSSLA. Esta vez el programa se completó con otra magna obra, que en su momento constituyó un parteaguas en la historia de la música. Se trata de “La mer, trois esquisses symphoniques pour orchestre” (El mar, tres bosquejos sinfónicos para orquesta), de Claude Debussy (1864-1918), obra estrenada en París en 1905, y que hoy se considera una de las composiciones más emblemáticas del siglo XX. Como parte de esta nutrida y desafiante gala sinfónica, la OSSLA inició el programa con una canción de Sergei Rachmaninov (1873-1943), compuesta en 1896, originalmente para piano y barítono, y transcrita para orquesta por William McDermott en años recientes. La canción se titula “Aguas de primavera”, y antecede al ambiente marítimo que siguió con la obra maestra de Debussy.

Con este programa, la primera temporada 2022 de la OSSLA comprendió 19 conciertos sinfónicos, 10 conciertos de cámara, a los cuales asistió un número aproximado de 20 mil personas en cinco sedes de Culiacán: el Teatro Pablo de Villavicencio, El Instituto MIA, el Auditorio de la Autonomía Universitaria de la UAS, el Museo de Arte de Sinaloa, la Biblioteca Gilberto Owen; además, un par de conciertos al inicio del año en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, en la ciudad de Guadalajara.

Sin duda, fue una temporada dinámica; incluyó obras de cerca de treinta compositores pertenecientes a los últimos cinco siglos, recorrió la música sinfónica y alcanzó la ópera. Se trató del esfuerzo de un gran equipo artístico, técnico y administrativo del Instituto Sinaloense de Cultura, y del Gobierno del Estado de Sinaloa, que comanda el Gobernador, el doctor Rubén Rocha Moya.
La presencia de la música nunca ha dejado de ser fundamental para la existencia y el mundo entero pudo comprobarlo antes y después de la pandemia.

 

—De música se habla sin bemoles—