Desde tiempos inmemoriales, la irrefrenable atracción que gravita entre dos jóvenes enamorados se manifiesta una y otra vez, por encima de cualquier obstáculo.

 

Es fascinante observar cuánto le debe el hombre moderno a los antiguos y a sus grandes historias. Ante los mayores conflictos, su sentir y el nuestro es el mismo. En la elástica e irregular línea del tiempo, la irrefrenable atracción que gravita entre dos jóvenes enamorados se manifiesta una y otra vez, por encima de cualquier obstáculo. 

En 1957 se estrenó la célebre comedia musical “West Side Story” (“Amor sin barreras”), de Arthur Laurents, con música de Leonard Bernstein. La trama está inspirada en “Romeo y Julieta” (1587), de Shakespeare..En este musical, la discordia no se suscita entre familias rivales, Capuletos y Montescos, sino entre los Jets y los Sharks, dos pandillas de jóvenes que disputan poder y territorio en el “west side” de Nueva York. Una de las bandas está conformada por nativos estadounidenses, hijos de inmigrantes de origen europeo y asiático, la otra, por inmigrantes puertorriqueños. El conflicto surge cuando Tony, antiguo líder de los Jets, norteamericano de ascendencia polaca, se enamora de María, hermana del líder de los Sharks, todo esto, más de medio siglo antes del discurso centrado en levantar un muro a lo largo de la frontera sur de los Estados Unidos. 

Así como “West Side Story” se basa libremente en “Romeo y Julieta”, ésta, a su vez, se inspira en diversas fuentes, entre ellas, la antigua historia de Píramo y Tisbe, presente en el cuarto libro de las “Metamorfosis” (4 d. C.) de Ovidio. Se trata de una pareja de jóvenes babilonios, cuyo amor termina en el trágico suicidio de ambos. Píramo y Tisbe habitaban en viviendas contiguas. A pesar de la prohibición de sus padres, se transmitían su amor a través de una grieta en el muro entre ambas moradas, fisura a través de la cual planearon huir. El punto de encuentro se situaba frente a un moral de moras blancas. Tras escapar, ella llegó primero, y durante la espera, vio aproximarse a una leona, y se ocultó. La felina regresaba de cacería con la boca ensangrentada, y buscaba saciar la sed y beber de la fuente. El velo de Tisbe cayó al suelo, mientras ella corría apresuradamente para ocultarse. La leona se sintió atraída por la tela y jugueteó con ella, impregnándola de sangre. Cuando Píramo llegó a la cita, notó las huellas de la fiera, y encontró a sus pies los húmedos rastros color púrpura en el pañuelo de Tisbe, a quien creyó devorada. Desgarrado por la tristeza, y por la culpa de haber llegado después, Píramo desenfundó su espada y la hundió en sí mismo. Su sangre, que de su cuerpo brotaba con fuerza fue absorbida por las raíces del moral, y coloreó sus frutos. Se dice que desde entonces las moras son rojas. Tisbe salió de su escondite, y tras distinguir la silueta inerte de su amado corrió hacia la espada ensangrentada, tomó el arma y se dejo caer sobre su punta. Por obra de la tragedia, los padres de la pareja, arrepentidos, acordaron conservar las cenizas de los amantes en la misma urna.

Dieciséis siglos después, la Julieta de Shakespeare habrá de ingerir un brebaje de flores que le inducirá un coma artificial, con el propósito de fingirse muerta y evitar contraer el matrimonio impuesto por su padre con el príncipe Paris, previsto para la mañana siguiente. La pócima había sido preparada por fray Lorenzo, quien intentaba ayudar a Julieta a reunirse con Romeo, su amado. El plan falla cuando Romeo, a la distancia, no logra enterarse de la simulación. Así, Romeo escucha el rumor de la muerte de Julieta, corre al mausoleo donde la joven yace sin conciencia, y al notar que no tiene aliento, bebe un mortífero veneno. Julieta despierta, y ante el cadáver de Romeo, se entierra la daga de su amado. Como en el caso de Píramo y Tisbe, los padres de los jóvenes se reconcilian, convienen un homenaje póstumo a la pareja, y en su memoria se hace construir una estatua de oro.

En el siglo XX, el musical “West Side Story”, uno de los ejemplos más modernos de este ramaje de profundas raíces compartidas, finaliza cuando Tony es asesinado con un arma de fuego por la espalda, y muere en los brazos de María quien, finalmente, continuará su vida. Esta comedia musical fue llevada al cine en 1961, bajo la dirección de Robert Wise y Jerome Robbins, y obtuvo diez premios Óscar, incluyendo el premio a la mejor película. La banda sonora de la película permaneció 54 semanas en el primer lugar ventas según la revista “Billboard”, marca que no fue igualada por ningún álbum. 

Dentro de esta tradición de romances trágicos, Richard Wagner había rescatado del subsuelo una historia medieval en su ópera “Tristán e Isolda” (1859), creada en honor a otra de las grandes parejas de la literatura universal, relato que también culmina en el fallecimiento de los dos amantes, donde Tristán, el varón, justo como Píramo y Romeo, se rinde ante la desesperanza. El viejo canon prefiguraba: el hombre muere primero.